Los parámetros que se usan para evaluar la evolución son los síntomas (disnea y la tos), signos radiológicos de compromiso del parénquima pulmonar (radiografía o tomografía computada), pruebas de función pulmonar (volumen espiratorio forzado en un segundo-FEV1 y difusión de monóxido de carbono-DLCO) y medición de gases en sangre arterial.

La enfermedad pulmonar por radiación es consecuencia de la radioterapia administrada en la región del tórax para tratar el cáncer de pulmón, de mediastino, de mama o un linfoma. La radioterapia provoca un efecto biológico en las células sanas y neoplásicas por lo que el daño pulmonar siempre está presente; sin embargo, su magnitud depende de factores del paciente y del esquema radioterápico. De hecho, si bien puede haber signos radiográficos en un 45% de los pacientes, sólo el 10% desarrolla síntomas.