¿Qué respiramos cuando fumamos?

El humo de cigarrillo es una mezcla compleja de gases y partículas en la que existen más de 4.000 sustancias químicas, 400 de ellas tóxicas, 50 cancerígenas y 12 gases tóxicos.

  Un cigarrillo en combustión produce dos tipos de corriente: 

La corriente primaria o principal que se produce durante la aspiración (pitada), este humo se inhala y penetra profundamente hasta los alvéolos pulmonares.

La corriente secundaria o lateral  proviene del humo desprendido entre cada aspiración. Al provenir de una combustión incompleta y a menor temperatura concentra la mayor cantidad de tóxicos (monóxido de carbono, benceno, amoniaco, benzopireno, etc.) y es la que más contamina el ambiente.

El “humo ambiente” es la suma de la corriente lateral (más del 75%) más la  principal.


Únicamente vemos el 5 a 8% del humo producido al fumar, el resto son gases invisibles.



El humo del cigarrillo contiene tres fases. La fase gaseosa esta constituida por dióxido de carbono, monóxido de carbono, amoniaco, cianuro de hidrogeno. La fase líquida contiene agua, ácidos y alcoholes con poder irritante. La fase sólida contiene partículas de nicotina y alquitrán.


Parte de las sustancias presentes en el humo del tabaco se encuentran originalmente en las hojas del tabaco, otra gran se originan en las reacciones químicas al quemarse el tabaco y el papel.


  Nicotina 

La nicotina es una sustancia psicoactiva, adictiva y tóxica que se encuentra en las hojas de tabaco (0.8 a 3 mg por cada cigarrillo). Se absorbe a través de los pulmones y en menos de 10 segundos llega al cerebro. Su efecto se manifiesta a nivel del sistema nervioso central (adicción y dependencia), aparato cardiovascular (aumenta la frecuencia cardiaca y la presión arterial) y el sistema nervioso autónomo a nivel gastrointestinal (aumenta la acidez gástrica y la motilidad intestinal). También aumentan la glucosa y el colesterol en sangre.

Se estima que las hojas de tabaco componen el 50% de un cigarrillo


  Alquitranes  

Los alquitranes son sustancias de olor fuerte y sabor amargo que se producen durante la combustión del papel del cigarrillo y del tabaco (7 a 20 mg por cigarrillo).  Son los causantes de los efectos irritativos e inflamatorios sobre la vía aérea y los alvéolos pulmonares, y del daño de la función ciliar. Entre sus componentes hay carcinógenos con un papel activo en el desarrollo de procesos neoplásicos como el cáncer de pulmón, vejiga, lengua y laringe, entre otros.


Los alquitranes son los principales carcinógenos del tabaco



  Monóxido de carbono  

El monóxido de carbono (CO) es un gas incoloro originado a partir de la  combustión del cigarrillo (80 a 100 cm3 por cigarrillo), constituye entre un 3 y 6% del humo inhalado y es de gran toxicidad. La concentración normal de este gas en el aire es de 1 a 30 partículas por millón (p.p.m.) mientras que al fumar ésta se eleva hasta 50.000 p.p.m. El CO se combina con la hemoglobina desplazando al oxígeno y disminuyendo la oxigenación de los tejidos. El CO desempeña un papel destacado en el daño fetal de hijos de madres fumadoras (bajo peso al nacer, parto prematuro), en la génesis de la ateroesclerosis y enfermedades respiratorias crónicas (EPOC).

  Gases irritantes  

El formaldehído, ácido fórmico, fenoles, entre otros, son liberados durante la combustión del tabaco. Estos gases tienen un alto poder irritativo sobre la mucosa de las vías respiratorias y afectan la función de depuración y filtración de las cilias. Son responsables de la tos, faringitis, catarros y bronquitis.

  Aditivos 

Un cigarrillo contiene hasta un 10% de su peso en aditivos. Se han reconocido 600 aditivos diferentes, casi todos tienen propiedades farmacológicas como camuflar las características del humo (color, aspereza, sabor, y olor), potenciar la liberación de nicotina y mejorar la experiencia de fumar. No se han identificado aditivos con poder adictivo por sí mismos, sino que algunos poseen la capacidad de influenciar la adicción a la nicotina.

Azúcares, su combustión produce aldehídos (acetaldehído).

Amoníaco, reduce la acidez del humo y modifica la composición química de la nicotina aumentando su liberación y absorción.

Aromatizantes y saborizantes (regaliz, chocolate, miel), disminuyen la aspereza del humo, se usan en especial en los cigarrillos “suaves”. Un caso particular es del mentol cuyo efecto anestésico evita que el fumador sienta el efecto abrasivo del humo.