El arte de la medicina. Cigarrillos electrónicos e historia

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Son numerosas las controversias que rodean al cigarrillo electrónico ¿alienta o desalienta el tabaquismo? ¿debería regularse su uso? ¿es un producto relacionado con el tabaco o un  medicamento que contribuye a abandonar el hábito?. Según señala Victoria Berridge en su artículo, este tema debe comprenderse en el contexto histórico que relaciona a la salud pública contra el tabaquismo cuyos dos hitos datan de 1950 y 1970.

 

En los años 50’, al descubrirse el vínculo entre tabaquismo y cáncer de pulmón, se intentó modificar los cigarrillos para hacer que “fumar fuera más seguro”. Por entonces la industria y los gobiernos, particularmente de Estados Unidos y el Reino Unido, trabajaron aunadamente para identificar y eliminar los componentes dañinos del tabaco, pero no alcanzaron los objetivos deseados. En los años 60’ el National Cancer Institute y el Royal College of Physicians propusieron fumar cigarrillos con menos nicotina y alquitrán. Esta estrategia fue criticada a fines de los 70’ al considerársela como una conducta que respaldaba el tabaquismo. Por otro lado los sustitutos del tabaco no alcanzaron suficiente aceptación por parte de los consumidores. A partir de aquí, la relación que otrora fuera de cooperación se tornó hostil y las instituciones relacionadas con el cuidado de la salud iniciaron una campaña a favor de la abstención absoluta, a pesar de la cual no hubo grandes cambios en la conducta de la población.

 En 1990 salieron a la luz las investigaciones de Rusell sobre la “adicción a la nicotina” y se reavivó el interés de la salud pública por la estrategia de “reducción del daño”. Es en este contexto que surge el cigarrillo electrónico. Lo que está en discusión es si este producto incrementa o reduce el tabaquismo y si es capaz o no de facilitar la abstinencia. La autora señala el antecedente histórico de la relación de las farmacias con el tabaco como un dato clave para resolver este dilema. Al respecto menciona que el tabaco se vendió en las farmacias hasta 1940; el expendio de cigarrillos electrónicos podría interpretarse como un legado de esta función o relacionarse con la “venta sin receta” de los productos reemplazos de nicotina.

 

  Conclusión  

La autora concluye que las controversias que rodean al cigarrillo electrónico no son nuevas y que el punto clave es establecer la validez de la estrategia de “reducción del daño”

 

Acceso libre al artículo original

Virginia Berridge. The art of medicine. Electronic cigarettes and history. The Lancet, 2014;383:2204-2205