Gripe en la tercera edad

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La gripe es una infección causada por virus Influenza A, B o C.

Contagio

La gripe tiene una muy elevada capacidad de transmisión de persona a persona. El mecanismo más frecuente es  por vía aérea a través de gotitas de saliva que son originadas al hablar, toser o estornudar y, desde la persona enferma alcanzan la nariz, garganta y vía aérea de una persona sana.

También puede transmitirse, aunque con menos frecuencia, por contacto directo al tocar una superficie que contiene virus (la mano de un enfermo) y luego toca su nariz ó su boca.

Con frecuencia se presenta en forma de epidemias anuales causadas, fundamentalmente, por el virus A. En poblaciones cerradas (institutos geriátricos, institutos psiquiátricos) la proporción afectada durante estos brotes puede superar el 50%.

 

Cuadro clínico

Tras un periodo corto de incubación de 1 a 4 días,  el cuadro se inicia en forma aguda con escalofríos y fiebre, tos, congestión y obstrucción nasal, cefaleas, dolores musculares, lagrimeo y fotofobia. La mayoría de los casos evoluciona hacia la mejoría en una o dos semanas.

En los individuos mayores de 65 años son características la producción de esputo y la dificultad respiratoria con el eventual desarrollo de cuadros graves. En estos pacientes la gripe puede complicarse con una sobreinfección bacteriana, una condición asociada a un importante riesgo de  mortalidad. Otras complicaciones son la deshidratación y el agravamiento de comorbilidades como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma, diabetes o problemas cardiacos. Los mayores de 85 años de edad son quienes tienen el mayor riesgo de mortalidad por complicaciones de la gripe estacional; en segundo lugar se ubica la franja etaria entre 75 y 85 años.

 

Tratamiento

El tratamiento consiste, fundamentalmente, en el alivio sintomático. No están indicados antibióticos en la gripe no complicada.

Existen medicamentos antivirales (amantadina, rimantadina, zanamivir y oseltamivir) pero  pueden tener efectos adversos importantes por lo cual su uso se limita a brotes epidémicos.

 

Prevención

La vacunación antigripal es el pilar de la prevención. Lamentablemente el virus influenza es capaz de modificar sus antígenos de superficie (proteínas contra las cuales los humanos desarrollamos anticuerpos que confieren inmunidad). Estos cambios implican la aparición de virus contra los cuales no tenemos protección. Por ello, si bien las vacunas antigripales tienen una alta efectividad, cada año deben incorporarse modificaciones que obligan a repetir la  inmunización anualmente en los meses de marzo-abril.

En mayores de 65 años, con o sin enfermedades crónicas, la eficacia para prevenir la enfermedad es de un 30 a 40% es decir que la vacuna no siempre evita la infección. No obstante, en pacientes que viven en sus hogares, la vacuna reduce la hospitalización en un 70% y la muerte en un 85%. Y, entre los residentes en instituciones cerradas la inmunización reduce el riesgo de hospitalización en un 50% a 60%, el riesgo de neumonía en un 60%, y el de mortalidad en un 75% a 80%.

 

La vacuna no siempre evita la infección pero disminuye el riesgo de neumonía,  hospitalizaciones y mortalidad

 

El Calendario Nacional de Vacunacion 2016 dispone la aplicación de 

La vacunación antigripal es gratuita para quienes figuran en el Calendario nacional de Vacunacion y para todas aquellas personas de 2 años a 64 años de edad con mayor riesgo de presentar enfermedad grave:

 

Se recomienda evaluar su aplicación a personas que residen en instituciones cerradas para evitar epidemias de gripe

 

La vacunación antigripal está indicada en todos los adultos mayores de 65 años